sábado, 31 de diciembre de 2011

Año Nuevo

Se hace casi imposible llegar al último día del 2011, sin hacer un balance del año. Es decir ¿a quién no lo embargan la melancolía y la esperanza? Creo que son sentimientos inherentes a estas fechas, imposibles de dejar a un lado. Y yo no estoy ajena a toda la vorágine tan final de los últimos días de diciembre; por el contrario, me dejo llevar totalmente por ella. Este año no fue uno bueno, quizás haya sido uno de los más negros que me ha tocado vivir. Perdí a alguien muy importante, que se sumó dolorosa y estrepitosamente al luto aún no asumido de haber perdido al hombre más importante de mi vida. Me dejé consumir por todo lo malo como nunca antes; mis fuerzas me abandonaron por completo y no fui capaz de seguir. Escuchaba a mi familia, escuchaba a mis amigos, pero la verdad es que no oía una sola palabra de lo que me decían. Mi salud decayó mucho, y mis diganósticos médicos no fueron muy alentadores; la verdad es que aún no lo son. Pero fue pasando el tiempo, el ánimo cambió y pensé (o más bien me obligué a hacerlo) que todo estaba mejorando. Sin embargo, me engañé a mi misma, pues no fue así. Después del dolor, vino la etapa de los errores. Uno tras otro; quizás fueron tantos como el año anterior. Y lo peor de todo fue que no me daba cuenta. Mi carácter es difícil; nunca he sido una mujer muy amable, muy simpática, muy tierna, muy sociable... más bien soy huraña, con un sarcasmo que simplemente se me escapa en ocasiones de los límites y con un humor quizás demasiado negro. Entre tanta cosa mala, olvidé mi empatía. No pensé que le podía estar haciendo daño a mi gente, cosa que estaba sucediendo. Pero más temprano que tarde, las nubes tienen que disiparse. No quiero seguir siendo un molestia, y mucho menos quiero seguir perdiendo yo misma la paciencia para conmigo. Hay cosas que no cambiarán; cuando un árbol crece chueco, no se va a enderezar. Pero a pesar de mi tronco doblado, en mis ramas hay brotes verdes que ya no quiero secar. Simpática quizás no sea, pero sí relajada... ¡y cómo extraño ese aspecto de mí!. No quiero olvidar por completo que a pesar de todo sí soy amable, pues puede que no me importe el resto, pero sí me importa mi gente y con ellos solía ser considerada, solía ser simpática, solía ser a veces un tanto amorosa... y no, no quiero olvidarlo hasta que llegue un punto en que ya no pueda recordarlo. He tenido tantas caídas feas en mi vida, pero a pesar de todo el dolor vivido, de todo el llanto derramado, no me arrepiento de lo hecho, no cambiaría lo vivido, pues de no ser por todo aquello mi mente no se aclararía como lo está haciendo. He aprendido tantas cosas, entre ellas a valorar todo lo que tengo; mi familia y mis amigos. Aún me cuestan algunas cosas, pero eso es harina de otro costal.

Y no puedo terminar de escribir, sin desear lo mejor a quienes me rodean. No somos perfectos, todos lo sabemos, pero aún así nos acompañamos y tratamos de estar ahí para nosotros. Ojalá que este Año Nuevo que está tan encima, sea mucho mejor que este que ya se nos va, en todo aspecto. Las mejores bendiciones de los Dioses para ustedes. No necesito nombralos uno por uno, pues ustedes, mi gente saben bien que son parte de esto. Los quiero mucho a todos y cada uno de ustedes. ¡Feliz Año Nuevo!

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Árbol de navidad

De los errores se aprende, de las caídas se saca fortaleza. Sin embargo, algunos debemos cometer más errores que el resto para aprender, y caernos en varias oportunidades para sacar la fortaleza necesaria para seguir adelante. Bajo la mirada de muchos, soy la muchacha eternamente atribulada, que se rehusa a dejar sus penas de lado para obtener la atención de quienes la rodean. Pero... qué pena llamar la atención por algo tan monocromático. Y no, no soy de esas. Y si de alguna u otra manera, he hecho públicas mis penas no ha sido por obtener la atención que quizás no tengo, sino que ha sido por tratar de encontrar el consuelo que no he sido capaz de pedir. Pero ahora ya no importan mis razones para lo que hice bien, mal o simplemente dejé de hacer. Lo que importa es que todo va quedando atrás; todo lo bueno... pero también lo malo. Francamente, siento que ya no debe importar si lloro o si dejo de hacerlo, pues las lágrimas no solucionan nada, sólo acrecentan el dolor y la pena. Y en estos momentos estoy rodeada de tantas luces de colores, que sin motivo aparente se viene una sonrisa a mi rostro... ¡había olvidado cuán bien se sentía! Algunas luces se han quemado, otras por más que quiera no encenderán, pero ¿por ellas debo apagar las que aún brillan mientras las observo desde el sofá? Me ha costado, sin embargo sí he aprendido de mis errores y mis caídas, que sólo mis Dioses y mis muertos saben cuántas son, y aquí estoy, dispuesta a abrir la ventana y dejar que se limpie el aire viciado que por tanto tiempo respiré. No soy optimista para nada, prefiero siempre evitar la decepción de la ilusión, pero a pesar de ello sé muy bien que algo bueno vendrá, tarde o temprano no lo sé, pero vendrá.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Subyugada...

Se dice que el ser humano es animal de costumbre; siempre lo creyó así... siempre lo ha vivido así. A lo bueno no tiende a acostumbrarse, sino a lo malo, y peor aún, a lo malo tiende a aferrarse. Nadie le creería al decir que trata, quizás nadie entendería su voluntad doblegada al llanto. Hace tanto ya que fue esa niña la que solía revolotear por estos lados; siempre sonriendo, tan cálida y amable como sol de otoño, tan colorida como los brotes de primavera. Y el tiempo sólo vela por un rato, pues pronto olvida y entierra en el pasado. ¿¡Cómo diablos llegó a cambiar tanto!? ¿¡Cómo mierda pudo una flor marchitarse tanto!?. Hoy sólo existen penas y ojos cansados, hoy sólo hay una mujer tan fría como un amanecer del oscuro remanso. Ausencias eternas que queman en lo más profundo de su corazón atribulado. Recuerdos en grises y sepia que solían ser su bastión en un verde prado. Se vino todo abajo, se quebrantó esa alegría de antaño. Suelen oír sus oídos cuan linda es aquella mezquina sonrisa en su rostro; peticiones acumuladas como plegarias por ver esa estrella fugaz que combina tan bien con sus profundos ojos cafés, tan misteriosamente rutilantes. Pero también se acumulan reproches en su mente, en su piel y en sus brazos. Princesita de hielo que de princesa no tiene nada, sólo el hielo en su tiara. Piel de leche ajada como harapos viejos que de tanto uso se disuelven en el viento. Falta de ternura, inexistencia de amor al tacto... en fin, tantas cosas que en ella fueron, pero que quizás nunca más serán, pues el dolor persiste, y más aún su llanto amargo y salado.



martes, 22 de noviembre de 2011

La superstición es mi escepticismo

Ya no sé si la vida es una acumulación de eventos ya sean estos afortunados o todo lo contrario, o si es sólo la directriz dada por un destino. Suelo hacer memoria del pasado, aquella insistencia mía de aferrarme a lo que fue, y recuerdo haber sido siempre una niña con un gran interés por lo misterioso, todas esas cosas fuera de lo que para la gente es común. Crecí, sin duda alguna, y mi escepticismo se fundió con un sarcasmo que tomé como lengua materna, pero todo aquello se fue en contra de las personas que de una u otra forma se cruzaban conmigo, sin embargo mi falta de fe jamás fue en contra de la superstición. Fui criada bajo el alero de cuentos y tradiciones populares, recuerdo siempre cómo me fascinaba oír aquellas historias, y bueno, depende mucho también de quien las relate ¡y vaya si que tenía un gran relator! Constantemente oigo voces que culpan a una suerte que no existe, a un evento que creen debe ocurrir por sí sólo, pero ¿cómo va iluminar una vela si jamás se le encendió fuego a su mecha? Y sí, soy de esas mujeres que le presta atención a las fases de la luna, que le da importancia a la dirección del viento, que nota algún cambio en el destello de las estrellas o que simplemente cree en lo que le dicen sus sueños. Pero no por ello deben tomarme por ingenua, pues es precisamente mi falta de confianza en la gente lo que me hace creer en todo aquello que escapa hermosamente de lo cotidiano. Es cierto, creo en un destino, pero no en ese algo predestinado, creo que el destino es el libro de una vida, con todas sus páginas en blanco, dispuesto a ser escrito con la propia pluma, con la propia tinta. Podría decir que muchos capítulos de mi libro han sido escritos con temor e inexperiencia, y los de hoy aún guardan algo de aquellos días, pero sin duda mi habilidad en las letras es distinta; mi pluma se ha endurecido y mi tinta se ha oscurecido. Y se cruzó alguien en mi destino, que a pesar de no mirarme con los ojos que yo lo miré, me hizo entender cuán equivocada estaba a pesar de mi propia convicción, pues sin darme cuenta me dejé llevar por la intriga de la masa que olvida su esencia, y me quedé sentada esperando a que algo bueno tocase a mi puerta. Olvidé mi orgullo de mujer solitaria, y por él lo intenté, traté de ganarme un poco de su tiempo, sólo un poco de su atención, pero no lo logré. Sin embargo hoy, cuando él aún sigue en mi pecho, pero yéndose poco a poco pues comprendí que debo dejarlo ir, comprendo que mi persistencia no estaba perdida, sólo estaba olvidada. No todo lo que se quiere se consigue... pero quizás duela menos no conseguir lo que se quiere, sin aliento por haberlo intentado. Y no es conformismo dar un paso al lado, no es falta de persistencia decir "ya no te buscaré", pues como dije ya una vez, sólo es un acto de sensatez para con mi sanidad mental, que es tan frágil como resiliente a las letras que escribo a diario con sonrisas, llantos y penas; esas letras que escriben mi libro, esas letras que conforman mi destino.

jueves, 10 de noviembre de 2011

De la boca para afuera



Las palabras dicen tanto, pero a veces tan poco. Pueden significar una vida entera, así como pueden ser el vacío que a veces la llena. Quizás siendo yo escritora, puede resultar una crítica un tanto ácida a las palabras, pero mi crítica no es hacia ellas (si se puede llamar a esto una crítica). Es decir, cómo podría atacarlas si son mi razón de ser. Consonantes y vocales que se unen para expresar la idea de algun interlocutor; todo definido por quien finalmente las pronuncia. ¿Y todo para transmitir qué? Un mensaje, una idea, un sentimiento; una identidad. Al fin y al cabo, una imagen que nos lleva de la mano día a día, diciendo "sí, esta soy yo". Pero... ¿¡quién diablos soy!?. Podría introducirme a quienes no me conocen diciendo tantas cosas, como por ejemplo que  soy rara, que estoy medio loca, que tengo un carácter como el carajo. Sin embargo ¿lo soy?. La verdad, creo que no tiene relevancia alguna si encajo o no dentro de lo que la sociedad dicta como normal o extraño. No necesito llevar un cartel en mi pecho para decirle al mundo que soy diferente, que tengo convicciones y me esfuerzo a cada minuto por no pasarlas a llevar, pues eso sería un daño permanente a mi esencia. Simplemente me levanto cada día tratando de ser leal  a mí misma, y no perdiendo el tiempo con esfuerzos vanos por ser una sensación alternativa, una rareza inalcanzable. No necesito hacer públicas mis rarezas o normalidades, ni mucho menos mis fortalezas o debilidades. Con los años, he aprendido que lo que realmente vale la pena, es lo que mi gente cree, piensa o sabe de mí. El resto, sinceramente me dejó de importar hace mucho tiempo. Y no es una actitud de rebelde al  margen de la mayoría, mis palabras sólo son un acto de sensatez para con mi sanidad mental. Muchos aman juzgar al resto, pero nunca a sí mismos. No pretendo sentirme superior a quienes desean aparentar algo que dista de la realidad, ni mucho menos adjudicarme una madurez frente a la vida, que creo me faltan años luz para alcanzar. No me interesa negar  que el sarcasmo se pasea por mis palabras, y a veces con franco descaro, pero no estoy juzgando, no estoy lanzando las piedras que me han lanzado a mí. Por el contrario, sólo estoy haciendo uso de mi libertad de expresión, nada más que un momento de catarsis, a veces reprimido y desgraciado. Si alguien se siente aludido, de verdad lo siento mucho, pero en pedir no hay engaño... y en decir no hay un "me retracto".

Y por último (siempre hay que finalizar un discurso), creo no equivocarme al afirmar que no dejaré de encontrarme con gente que vive pregonando lo que se quiere ser, pero lo que en el fondo no se es. Una sonrisa siempre acude a mi boca en aquellos momentos.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Tourniquet...

Moment... vulnerable... most... my... is... this...
She's made of hair and bone and little teeth,
things I cannot speak.
She comes on like a crappled plaything,
spine is just a string.
I wrapped our love in all this foil,
silver-tight like spider legs.
I never wanted it to ever spoil,
but flies will lay their eggs.
Take your hatred out on me,
make your victim my head.
You never ever believed in me,
I am your tourniquet.
Prosthetic synthesis with butterfly,
sealed up with virgin stitch.
If it hurts, baby please tell me,
preserve the innocence.
I never wanted it to end like this,
but flies will lay their eggs.
Take your hatred out on me,
make your victim my head.
You never ever believed in me,
I am your tourniquet.
What I wanted,
what I needed,
what I got for me...
What I wanted,
what I needed,
what I got for me...
Take your hatred out on me,
make your victim my head,.
You never ever believed in me,
I am your tourniquet.
Take it out, take it out,
you're not fighting me,
I don't believe me!
I never ever believed in me,
I am your tourniquet.



viernes, 19 de agosto de 2011

"Cuando yo no esté, no va a haber nadie que te haga cariño... "

Las palabras son sólo palabras, las palabras se las lleva el viento, las palabras son sólo aire en la nada, las palabras... las palabras son sentencias, son armas de doble filo. Y no las puedo quitar de mi cabeza, me retumban como las gotas de lluvia que mueren en la techumbre con sabor a olvido. Son como esquilas que tañen desde lejos, desde campanarios oscuros y ya viejos, rodeados de sepulcros fríos y hiedra engarzada en el mármol del suelo. Palabras que escarban en mi pena, en mi dolor inexpugnable sacando esa amargura infinita que tan dentro mío late como tormento eterno. Y es que no sé querer a nadie, pues mi corazón ya es de piedra, y mi alma delgada se rasga como tela roída y vieja. Todas las caricias dadas y recibidas, son nada más recuerdos que hoy sólo me huelen a naftalina. Cómo desterrar esta penumbra que se adentra en mis venas, oscureciéndome por dentro, llevándose mi sonrisa de luna llena. Esta soledad tan cruenta es dictamen de mi estúpida consciencia, y por favor perdonadme, pero no puedo regalarle a nadie esa peligrosa cercanía. Mi corazón de cristal ya está roto, y no tiene enmendadura alguna, ni caricias ni besos pueden liberarlo de esta dantesca locura. Es sólo dolor lo que me exprime la vida, no tengo ya fuerzas ni para quererme a mi misma. He vivido tantos años en mi propia dictadura, que por pura supervivencia me transformé en una perra sin corazón, me convertí en una arpía. Y por no saber querer a nadie es que me alimento cada mañana no de rocío mañanero, sino que de arrepentimientos salinos y arteros. Mi mente no deja de preguntarse cada día y cada noche dónde quedó la niña dulce de mi pasado, esa niña que sabía decir "te quiero". Cómo decirle al dolor "olvidadme traicionero", borrar heridas, y dejar de llorar sobre tanta leche derramada sobre mis faldas de muchachita de enero. De mi piel no emana afecto ni cariño, sólo rechazo y lejanía de tanto encierro. Si tan sólo supiesen cuánto me duele tanto la misma vida de tanto desamor propio y ajeno.

martes, 9 de agosto de 2011

Inconexa

Como polvo de cristal roto me entrego
casi sin voluntad al viento.
Soy barro en medio del pasto
ya no húmedo sino mojado.

En el suelo tirada como guijarros rotos
olvidados a un lado del camino.
Una noche insensata me acoge
con brazos de tímida lluvia.

Y con el frío que me cala más mi alma gastada
que mis huesos roídos por la amargura,
comienza este triste desvarío
en el que yo sólo te anhelo,
en el que yo sólo te ansío.

Mi orgullo se desvanece contigo,
¿qué poder ejerces sobre mí hombre rústico,
que me lanzo al más recóndito vacío?
Perdida por tu violenta calma,
redimida por tus ojos de infinita agua.

Noche de terciopelo tan cruenta y desalmada,
traes su presencia a mi regazo temeroso,
abriendo mis heridas aún no sanadas,
de puro dolor por silencio a mansalva.

Mi brújula ya no apunta al norte,
soy en la nada una veleta perdida,
que se esconde como ondina en el mar,
huyendo del corazón que le toca arrastrar.

No hay mal que el amor no cure,
ni hay cura para el mal de amor,
pero yo prefiero matar al perro,
pues así se acaba de una vez la rabia venérea,
aunque deba tomar el rol de perra sin corazón.

Las disculpas se resbalan de mis labios,
tan pálidos y lánguidos de ausencia,
como plantas sin agua, sol ni tierra.
Mis errores cada día más pesan sin clemencia,
y no soy capaz de remendar mi tormenta.


martes, 2 de agosto de 2011

Where the wild things are...

There were some buildings... there were these really tall buildings, and they could walk. Then there were some vampires. And one of the vampires bit the tallest building, and his fangs broke off. Then all his other teeth fell out. Then he started crying. And then, all the other vampires said: "Why are you crying? Weren't those just your baby teeth?". And he said: "No. Those were my grown-up teeth". And the vampires knew he couldn't be a vampire anymore, so they left him. The end.

lunes, 1 de agosto de 2011

Susurros en la oscuridad...

Hace ya tanto tiempo que no siento sus palabras retumbando en mis oídos, que casi olvido cómo saltaba mi corazón al sentir aquel misterioso arrullo adormecido. Recordando toda esa literatura sólo mía, me embarga una melancolía que nadie más que yo puede sentirla, una melancolía pura que me devuelve una vez más a mi esencia de mujer romántica, solitaria y perdida. Sin aroma, sin caricias ni miradas, un lejano desconocido fue capaz de derribar las paredes hechas de dolor y desesperanza por mi orgullo ya vencido. Un fantasma que vagaba en mis noches velando mi sueño, descifró aquel mensaje inexpugnable que hasta hoy yace en mis ojos difuminados y desvanecidos. Desconocido que lanzó al viento mis harapos ya roidos...


Lunes 05 de febrero, 2007:
Me quedo con tu imagen,
con tu mirada... tu triste mirada.
Esa mirada, triste y profunda
me grita más que tu voz.
Me dices que necesitas creer en algo,
que tu alma está cansada de esperar
y tus ojos cansados
de soñar despiertos.
Que tu vida está cansada del letargo,
que mañana no sabrás
con que pie empezar el día
pero igual tendrás que levantarte.
Me gritas que estás sola,
con el corazón estático
y el espíritu dormido
pero igual, mañana tendrá que latir
y deberás creer en algo,
no importa si con convicción,
pero sólo para argumentar a la vida.
Me haces entender que aún
en mi obscura y monótona vida
el Sol también sale por mí,
pero que debo abrir mi ventana.
Todo esto me lo dijiste,
sin abrir la boca,
sólo con tu mirada,
sí... con tu triste mirada.


Las palabras son sólo palabras, pero a veces son tan sentidas que se arraigan en el alma. Ya no está aquel que fue mi arrullo en las tormentosas noches que nacieron hace casi los mismo años que llevo en esta tierra, esas noches que entumecen  a mi débil sombra hoy más que antes, hoy más que nunca... susurro hecho polvo por mi causa, susurro como hojas secas  arrastradas por el viento de otoño, divagando en un laberinto eterno sin formas ni esperanzas.

miércoles, 27 de julio de 2011

Terciopelo sedoso y negro

Sinos misteriosos que envuelven
como telas tejidas por arañas silveradas,
que aguardan en los rincones del corazón,
esperando morbosamente a que caiga
la primera pena para comenzar a acumular
tribulaciones y quejas silenciosas del alma desesperada.
El cuerpo ya no responde,
las fuerzas abandonan tristemente una humanidad
ya lánguida y torcida de tanto dolor.
Tanto se ha esperado por el milagro de la redención,
mas las ilusiones mueren estrepitosamente en el suelo,
como cristal que se vuelve polvo arrastrado por el viento.
Se avecina una noche negra,
el cielo se oscurece en espera de la tormenta.
Naturaleza atormentada que se desata con estruendos.
Esta existencia que se deforma en torbellinos sin salida,
sólo vórtices que llevan a lo vertiginoso,
esa materia negra que nadie anhela...

...todo va y viene,
se va la vida
y nada vuelve.

domingo, 24 de julio de 2011

Undenied...

Your softly spoken words
Release my whole desire
Undenied, totally
And so bare is my heart
I can't hide
And so where does my heart
Belong
Beneath your tender touch
My senses can't divide
Oh so strong
My desire
For so bare is my heart
I can't hide
And so where does my heart
Belong
Now that i've found you
And seen behind those eyes
How can I
Carry on
For so bare is my heart
I can't hide
And so where does my heart
Belong
Belong, belong, belong



So far away... today more than yesterday, tomorrow more than ever.

domingo, 3 de julio de 2011

Palabras, frases, oraciones... sentidas todas

El amor no tiene mucho que ver con la divergencia de destinos, sino más bien se relaciona con la convergencia de esencia.

martes, 28 de junio de 2011

Lentamente... entre la distancia y la lejanía

A veces las lágrimas se esconden tras las sonrisas que sólo se justifican con débiles ganas de recojer el corazón hecho pedazos para creer que atrás queda la pena y que se puede sentir otra vez; aunque duela el alma, aunque se queme el cuerpo... aunque se quiebre de nuevo lo que ya estaba roto.



Cursilería enmarañada con pena y esperanza  


Decisiones en mi mente de mujer enamorada,
razones que estallan una contra la otra,
intermedios que sólo quiebran la confianza.

Pronunciaste un matiz aquella tarde en la plaza,
mis esperanzas ahogadas salían a flote de la nada,
quise mirarte a la cara para decirte cuánto te amaba.

Y caigo a veces en la cursilería por mero silencio,
por pura desilusión aún más en la de la palabra,
no tienes idea cómo cada noche te ansío y te anhelo.

Suelo cuestionarme este descontrol en el alma,
me creía orgullosa dama que no siente ni ama,
esencia feminista que hoy por hoy se desangra.

Arisca y silenciosa fiera de naturaleza salvaje,
contra mi irracional voluntad estoy a tu ser atada,
detesto admitir que tu existencia calma mi rabia.

Tu voz no dice lo que a tu pecho se le escapa,
permites que mi sed te busque como al agua,
no eres capaz de detener la brisa de mi mirada.

Se me retuerce la vida más de lo que ya estaba,
pero no puedo culparte por ser ese hombre,
el que me desarma y la respiración me arrebata.

Mi débil razón intenta convencerme de un adiós,
dice que es demasiado grande el dolor que cargo,
que no seré capaz de soportar más lágrimas.

Aún después de todo el fuego algo de orgullo queda,
no quiero mendigar tu tiempo, tu amor o tus palabras;
estoy demasiada cansada de amar sin ser amada.

Pero temo tanto como noche sin luna estrellada,
de que no amanezca más y me pierda en la nada,
en la inmensidad de tu olvido totalmente desterrada.

Sin embargo intentaré dormirme calmada y serena,
dejándome abrazar por la delgada esperanza,
de que cuando ya no esté frente a ti me extrañes,
de que sientas la necesidad de volver a mi mirada.

Y así es el debate constante cada noche cuando cae fría y a veces deseperanzada. Se retuerce todo, se complica la nada... 

domingo, 8 de mayo de 2011

The Martian Chronicles ~ The Martian

"...but how are we to give up the very thing we've wanted, no matter if it stays only a day and is gone, making the emptiness emptier, the dark nights darker, the rainy nights wetter?"

martes, 3 de mayo de 2011

Brett Anderson

Un beso infinito que selló aquel pacto hace ya tantos años, cuando la inocencia rebozaba y la ternura era sincera. La amargura me toma de las caderas y me subyuga al dolor profundo de la peligrosidad de mi mente enferma... ¿fue alguna vez el cielo tan obsceno? La gravedad me pega al piso como animal encadenado sin espacio para moverse. Y un grito infantil me punza la poca sanidad que me queda, es como un patio de juegos oxidados y ya olvidados, por pura vanidad y exceso. El deseo de escapar un día perfecto de junio es inmenso, pero sólo puedo susurrar dolor y las hojas muertas del otoño vuelan con una gracia infinita. Pensamientos débiles que me llevan lejos, a un lugar diferente; palabras que me llevan a una lugar distinto. Los pétalos de aquella flor que nunca me diste, se desprenden y se enredan en mi cabello color miel... todo tan lejos de aquí. Y la esencia no se puede negar... ¿cuántos no me han querido cuidar? ¿cuántos no me han querido amar? ¿cuántos no han sangrado en el intento? Soy de labios como el cerezo en flor, dejando que sólo los admiren pero que no se les acerquen. Y me han sonreído; pero soy extraña, soy silenciosa... soy como la emperatriz. Y míranos ahora, aquí había amor ¿qué queda ahora? Sólo un sonido solitario de una boca que debe sonreír, no por burla sino por sobrevivencia. Las palabras duelen, pero somos payasos con caras pintadas y el resto sólo ve una sonrisa, cuando detrás sólo hay llanto y un sonido solitario, sólo un sonido solitario. No toques a mi ventana ni me preguntes el por qué, sólo obtendrás como respuesta un no... ¿cómo entendernos si hablamos en susurros chinos? Y detesto admitir lo que mi corazón siente: porque no te necesito, pero te quiero, y no te quiero pero te necesito... y no sabes cuánto, pues a pesar de todo hay brotes de romero en el jardín que me rodea. Y jugueteo con mi pelo como hago cada vez que pronuncio tu nombre. Cuando el día sea claro te olvidaré, pero basta con que me mires con esos ojos innegables y tu mano se pierda en mi muslo para que yo vuelva a tí, porque cuando el mundo se derrumbe sé que volveré a tí; las estrellas se caerán y el sol se enfriará y siempre, siempre volveré a tí. A veces pienso en llamarte, aunque sea una vez, sólo para ver si llamas de vuelta, pero ya no importa, de todas maneras no te enterarás. Ya somos dos extraños el uno para el otro y sólo un delgado hilo nos mantiene en equilibrio al borde de la navaja, porque eres un extraño para mí pero no porque no te quiera ni te haya olvidado, sino porque... te extraño. Y hay una sombra de gracia que queda de esos veranos bajo los árboles en ese campo tan mío, y que tanto anhelo; si pudiera retenerte en mis brazos lo haría, porque eres la razón por la cual el viento sopla, aunque la ciudad se desvanezca. Pero sigue presente esa sombra, y te transformaste en la razón por la cual flota la lluvia. Sólo me quedan las ramas de algunos árboles en aquel lugar en el que te veía una vez más. Imagino que mis ganas de llamarte dejan de serlo y que lo hago, y que te dejo un mensaje en la contestadora... ¿qué pensarás cuando escuches mi voz? Pero no, no responde nadie porque nunca te llamo a pesar que eres el hombre con el que necesito hablar. Imagino que nos reunimos junto a esos dinosaurios en Crystal Palace, en una tarde lluviosa tan londinense. Pero, cuando camino y el frío me golpea en la cara me doy cuenta que mis pasos avanzan solos. ¿Por qué no puedes ver el monstruo que hay en mí? A veces creo que sólo tomar ese cuchillo y tallar tu nombre en mi fealdad me salvaría... o tal vez entregarle mi corazón al invierno.

miércoles, 27 de abril de 2011

Despedida incierta

Soy tan ajena a esta realidad que subyuga,
porque la pena me mata desde dentro,
son otros los pesares que carga mi espalda,
el llanto se condensa y mi alma se arruga.

Tan pequeña me siento cada noche,
con la sal curtiendo el cuero en mi rostro,
bebiendo ese veneno amargo de ausencia,
muriendo con la boca llena de reproche.

Necesito pronunciar ese doloroso adiós,
pero yace cobarde en estos labios;
tan pálidos, tan fríos, tan vírgenes.
¡Olvidadme pronto mundo sin Dios!

Pura pena enmarañando en mi pecho dolor,
tristeza tejida para el invierno eterno,
tierra mojada con sueños rotos,
abrigos de papel para la lluvia sin color.

Tierras yermas en donde la pena muere,
condena eterna de soledad alterna,
universo negro, atado al mortal ya eterno,
el oscuro vórtice sólo a mí me quiere.

Esta existencia mía se apaga ya sin vida;
todo es como un amanecer perdido,
como crepúsculo arraigado e infinito,
¿dónde me llevará este pasaje sólo de ida?


No, ya no hay retorno...

miércoles, 13 de abril de 2011

Casa de orates

Serviría de algo preguntar: "¿por qué a mí?". La verdad es que sería perder el tiempo en preguntas inútiles sin respuesta. Y es que cómo extraño aquellos, mis sueños de una vida idílica perdida en la inmensidad de la nada, entregada al silencio y con las letras fluyendo como torrente de agua cristalina por mis dedos. Sí, ya sé que eran anhelos de niñita ilusa que poco o nada (me inclino por la segunda) sabía de esta vida. Porque los sueños son sólo ilusiones vanas carentes de sensatez piadosa... ¡cómo quisiera no acordarme de ellos! No hay peor castigo que desear lo que no se  tiene; ya sea de carne y hueso, o mero destino. Yo que soy mujer de silencio hasta el mismo hastío, yo que soy mujer ajena al tedioso gentío, yo que soy mujer de mente volátil en un mundo perdido, yo... yo soy mujer que tiene que perecer entre ruido molesto, creación constante de la falta de consideración por el vivir ajeno. La paz ya no vive en esta coraza, sea noche o sea día, y es que todo lo bueno se ha ido... se ha llevado consigo la calma, esa que nacía de los cimientos mismos de este, hogar tan bello de antaño que solía llenarme nada más que de sonrisas y esperanzas. Gritos de locura agitan mi sueño, desbaratan una estancia tranquila y me remecen hasta el alma. Y escapar es lo único que quiero, pero ¿cómo diablos correr y dejar atrás esto que me tiene presa desde las entrañas y me encadena a la infame estancia? No soy el único ser con las alas cortadas, no soy el único Ícaro caído en desgracia... algunos de mis deseos fluyen no sólo por mi sangre, sino que también por la de ellos. Si he de aferrarme al palpitante brillo que entra por la ventana de una estrella que muere allá en alguna galaxia, podéis llamarme loca por creer en la lúgubre esperanza que tañe aún desde muy lejos, pero a decir verdad pueden llamarme como quieran, a estas alturas de la vida ¿qué más da? ¿por qué mierda me ha de importar? Tantos epítetos coleccionados, tanta blasfemia miserable y envidiosa que ya el morbo patético ese me curtió la piel. Quien no debe no teme, y es que no temo por deber... temo por esta posibilidad odiosa que acecha volando en círculos constantes como buitre, de perder la sanidad mental entre tanta locura enfermiza esparcida por este terreno yermo y abandonado a su suerte. Olvídate de una vez por todas de los lazos lejanos y los genes trastocados; sólo la mujer que con sudor y lágrimas me parió, sólo el hombre que su apellido tan digno me dio, ellos y nadie más que ellos son mi nexo a esta tierra... sólo ellos son mis ojos y sólo por ellos debo ver. Más allá de las madejas complejas e insurgentes sólo hay barullos que nada bueno dicen, sólo se pierden en rencores absurdos, en recuerdos distorsionados... no puedo permitirles que me afecten. Mi pasado tiene piel oscura, y algo dentro de toda esta pena me ha enseñado a golpe duro y arduo latigazo que no importa la sangre compartida por los siglos de este mundo, pues sólo remanece lo vivido con aquellos que por voluntad propia han caído a mi lado.

martes, 12 de abril de 2011

Cuando abro la boca soy brutalmente honesta


- ¿Qué haces? - me preguntó una voz amiga.
- Pienso acerca de mi vida - respondí.
- Eso es mucho - me dijo. Luego continuó con un poco de congoja - Hoy me sentí muy sola -
- Es triste sentirse solo, creo que nadie debería sentirse así - le dije - ¿Sabes? Contigo siento la confianza para sincerarme -

Y así comenzó lo que sería la confesión más honesta de mi vida, al menos la más honesta que alguien haya escuchado.

- Desde hace muchos años, cuando era aún una niña por diversos motivos comencé a dejar de depender afectivamente de las personas, tanto que me acostumbré perdiendo así la niña que solía ser, que era universalmente distinta de la mujer que soy ahora; me transformé en una persona fría, que no expresa sus sentimientos ni siquiera a las personas que ama con todo su ser, así al acostumbrarme yo acostumbré al resto a mi nueva forma de ser, y todos me ven como una mujer que quieren de todas formas, pero que nunca les dirá "te quiero" o les dará un abrazo porque le dio la gana, y siempre inconmovible ante las adversidades, en momentos duros todos entran en pánico, claro excepto yo, y por eso acuden a mí, porque siempre tengo la palabra precisa, que quizás a veces puede ser dura, pero que es sincera. Y no me quejo, me gusta sentir que en momentos caóticos, quienes tengo dentro me consideran importante para seguir adelante. Sin embargo en el fondo, toda esta apariencia de reina de hielo, les hace olvidar a todos, incluso a mí que después de todo soy simplemente humana, y tal vez mucho más frágil de lo que piensan. Pero sucede que me aterra admitir que hay días en que necesito que alguien me cuide, porque no todos los días me siento capaz de cuidarme sola...que me aterra enamorarme y no poder evitar que mi corazón se desnude de tal manera que no pueda esconder el camino a él -

Después de aquel ataque de brutal sinceridad, me sentí abrumada por reconocer lo que tanto he negado innumerables veces...mi soledad y yo no nos llevamos tan bien como todos creen (y quizás en este mismo instante esté odiándola). En aquel momento sólo pude cerrar los ojos, escuchar la música en mis oídos y llorar.

lunes, 11 de abril de 2011

Un año y diez meses... un mes... ¡qué importa cuánto, tiempo es tiempo!

Día extraño el de hoy, partiendo por aquel enojo un tanto infantil por su parte, pero bueno, ella es así, y si difícilmente no cambio yo a mis 23 años, difícilmente cambiará ella a los suyos. Tampoco puedo dejar fuera el frío ese que de a poco vuelve a esta ciudad, y esas nubes grises que tienden a robarse mis sonrisas, pero hoy no, al menos no las más sinceras. Pero, ¿en qué estaba yo? ¡Ah, sí! En eso de la extrañeza del día de hoy. Y es que bueno, esta fecha se metió a la fuerza en nuestra memoria colectiva de familia grande, disfuncional y raramente unida; igualito que las agujas me metieron tinta en la espalda. ¿Podía acaso, estar ausente de mi mente esa frase dicha y redicha por miles de bocas a través de los años? No, claramente no...y es que ese es el alimento de los proverbios y los clichés. El primero de los meses que vendrán, y otra vez no fui, y es que debo dejar la cobardía a un lado y reconocer que no puedo... no todavía. Eso sería como tropezarme y caer de lleno en la losa fría, y en esto señores no hay metáfora alguna, sino literalidad pura. Sé que puedo formar un enredo escabroso de letras con tanta cosa rara, tanta coma, tantos puntos suspensivos, y bla, bla, bla, discurso inútil, pero... no hay palabras que sirvan para aclarar, o siquiera intentar explicar lo que hablo; lo siento, y precisamente por eso, porque lo siento. El tiempo se escabulle silencioso en recovecos que tengo bajo llave, y desordena todas esas ideas que tanto me ha costado ordenar. Y seguirá avanzando, eso nadie lo puede evitar, y serán semanas que se transformarán en meses, y meses que serán años, y los nombres de él y de ella permanecerán fríamente tallados en esa placa enterrada en aquel terreno llano. Tal vez una que otra flor los acompañe de vez en cuando, y de cuando en vez la hipocresía se les olvide por un rato y se acuerden de recordarlos. Bueno, si no es por cariño, que sea entonces por gratitud o respeto, o que sé yo la razón que quieran encontrar ellos como excusa a esa falta de memoria que algún día les pesará en el recuerdo. No puedo esconder el rencor (o quizás no quiero), perdón, pero no me pueden pedir tanto en tan poco tiempo. Y otra vez, como burra al trigo con esto del tiempo. ¡Ay! Y es que ese es a veces tan esquivo, lleno de mezquindad en su egoísmo de Dios de Olimpo, de Dios eterno. Pero volviendo a esta terrenalidad rutinaria y absurda ¿no mencionó alguna vez un físico de pelo alocado la relatividad del tiempo? ¡Y qué diantres es eso! Nunca me he llevado bien con los números o las ciencias; les entiendo mucho mejor a las letras, les creo más a ellas, pues son mi fe y son mi credo. Por eso, después de leer lo que alguna vez Shakespeare dijo, o quizás lo que alguien quiso creer que Shakespeare alguna vez dijo, entendí mucho mejor lo que ese señor de pelo extraño a través de sus fórmulas quiso decir: "El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para quienes aman, el tiempo es eternidad". Y eso es el tiempo, es fe pura arraigada incluso en los más escépticos, que cambia dependiendo de la persona que se aferre a ella. Cada quien cree lo que le conviene creer, esa es una verdad tan obvia pero tan poco conocida, o quizás conocida, pero poco admitida. Y es que acaso las cosas ¿no dependen del cristal con el que se les mire? Conveniencia, fe y tiempo... ¡todo tiene tanto que ver! Cuando el corazón tiene penas tan grandes, y el día a día duele como nunca dolió antes, el tiempo es sólo pecho estreñido, cabeza cabizbaja y ojos conteniendo como represas el agua salada tras ellos. Aún así, en ese tiempo tan artero y malicioso, algo de esperanza debe respirar. Uno que otro matiz se debe esconder en esa fe tan inherente a su naturaleza relativa, que me haga creer de que más temprano que tarde miel cristalina y dulce, enjugará esa amargura extendida por los años, acumulada aquí en el pecho tontamente durante todo este tiempo... tanta pena en vano, algún día dejará de serlo, y serán sólo recuerdos malos. Y eso sólo... sólo lo dirá el tiempo.

viernes, 8 de abril de 2011

Otra vez...

Y siempre ese tono de sorpresa en su voz, como si los años de costumbre no la hubiesen precavido. Siempre supo que pasaría (¿cómo no?), era sólo cuestión de tiempo; cuando se desayuna pólvora, sólo se puede cenar desastre. Otra vez esa maldita angustia en el pecho, y esa cabeza suya que no ayuda para nada, enredando todo como si ya no fuese demasiado. 


- No sé qué hacer... -


Cuántas veces no se cruzaron esas palabras por su mente, cuántas veces no intentó darle respuesta a todas esas preguntas absurdas que la perseguían (sí, siempre, sí). Pocos años recorridos, pero siempre le han parecido una vida entera. ¡Ay! Tan ajena a todo en este mundo, menos a la pena, menos a esa acumulada a látigazo duro en esa pobre espalda tan lastimada, que tiembla de puro miedo a que otro fuetazo llegue y que el dolor le atraviese la carne, hasta calarle sin remedio alguno los huesos ya astillados y el alma ya quebrajada. Y el día pesa, y el día brilla, se le ciega la vista...y es que tanta luz es dañina luego de noches eternas encerrada en sí misma.

lunes, 4 de abril de 2011

Para la muchachita saturnina bajo el sauce de enero

El pecho se le apretaba cada vez que en él pensaba. La pena le inundaba aquellos taciturnos ojos de invierno, con tan sólo susurrar su nombre.  En su cabeza rondaba esa venenosa pregunta innecesaria: "¿Será él acaso, a quien con tanto afán esperé?". Se debaten su mente y su corazón entre respuestas monocromáticas. Y teme de no tomar la decisión correcta. La soledad ya cruel juega en las trampas laberínticas de la pena. Sal que encurte la enmarañada piel de seda, rasgándola con miserias ya sin fe. Y siente que la vida le duele, que se le escapa sin más nada que hacer. Dolores nocturnos que empapan los sueños más profundos de alguna soñadora lejana de los confines inertes de la prórroga insensata. Se llena de vejez no el cuerpo, sino en el alma de hiel envenenada. Tinta negra en sus dedos, manos de dama solitaria que escribe versos de nocturnos y sonatas. Sentimientos disueltos en aquella almohada, mojada con salmueras eternas, ya cansadas. Y la tinta no se acaba, remanece perpetua no sólo en una página violentada por una pluma; remanece amarga y oscura en la psique enferma de amor sin cura. Por favor omite aquel abismo de tiempos perdidos, olvida aquella sima inundada de pesadillas con piel de desvarío. Esperanza silverada que divaga de noche para dormirse en aquella espalda marcada. Y ella no la oye, no la abraza. Rara belleza negada a sí misma, que no es capaz de amar ni a su sangre ni a sus entrañas. Duerme entonces niña de invierno frío, mujer de verano perdido. Olvida el dolor que tañe insistente en aquel caserío, deriva tu mente al campo y deja que allí se entierren vuestra pena y vuestro llanto. Sonríe sincera, deja que se te llene el pecho de miel, permítele a la lluvia de otoño rozar tu piel. Destruye el muro que se levantó de  puro orgullo, pon al Sol ese hielo profundo que te congela el corazón. Engalana la vida con valentía y ¡qué importa si tienes temor de enfretarte a esa nada llena de indomables sentimientos y ardiente emoción! Al menos estás viva, aún te late aquel frío y altivo corazón. Sumerge la sutileza de tu inteligencia en las palabras que te salen del alma, permíteles vivir bajo la profundidad misteriosa de tu lozana mirada. Descansa en esa oscura posada que te alberga aletargada, pero no le abras la puerta a la desazón, sólo deja pasar a la calma. Llora si se te aflige la existencia, deja que se evapore esa agua envenenada, pues ya lloverá el invierno y agua dulce regará las semillas hace muy poco sembradas...



Anda muchachita de enero... no doblegues tus dañadas rodillas, al peso de las penurias acumuladas en tu espalda lacerada y adormecida.

viernes, 1 de abril de 2011

Palabras...composición en unísono y a la distancia

Que sean las letras las que nos expien de penas y pecados. Que sean las letras las que nos lleven a lugares de los que diariamente pasamos inadvertidos. Y que sean ellas las que disuelvan la amargura, y devuelvan lo llorado con sonrisas plenas. Expresando con total impunidad lo que una boca calla ante las querellas del razonamiento.






Jael Díaz Ubilla y Elías Días © 2011. Todos los derechos reservados para mi buen amigo y yo.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Derechos conexos al derecho de autor

No puedo negar que es bastante (por no decir excesivamente) tentadora la idea de que alguien me pertenezca, sin embargo trato de mantener a flote aquella naturaleza equitativa que alguna vez me fue inherente, ergo, renuncio a aquel título de propiedad. Pues debo sacar algo a relucir a la luz; soy mujer de Tierra, no soy de ningún hombre, ni mucho menos de su pertenencia. Y aún así, se me pierde la voluntad al estar contigo, simplemente se me desvanece. Eres hombre de Octubre, me haces perder todo, sólo por estar vivo, sólo por respirar. Se gestan tantas cosas en mi mente; recuerdos, deseos y anhelos que sólo a mí me pertenecen, sólo yo soy la autora de dicha novela. Sin embargo, me acecha el plagio, y es constante y persistente; se apropia de lo que quiero sólo mío, de lo que me pasa aquí dentro. Y la existencia tuya se imprime en mi cabeza, y con tu sello de agua me salen las palabras, entintadas de tu mutismo que enerva, que irrita, que arde, y no logro devolverles mi autoría pura, esa de mujer indomable, orgullosa, ardua y sola como Luna. Mi obra sin título, cae en las profundidades del juego nefasto y fútil de la palabra; discurso eterno, monótono y excesivo, sin un final claro, sin un final escrito. Mi corazón es mío, sólo mío, y me acoje el derecho innato de su propiedad eterna. Pero tus ojos registran en mi piel lo que siento, nada más con mirarme te cedo los derechos. Legalidad absurda que debiera ampararme, pero ¿cómo diablos protegerme del intelecto tuyo, y del cuerpo ese que me agita y altera las pasiones?. Me declaro obra literaria en proceso, incompleta, y quiero que sólo mi palabra proceda, que sólo la imaginación mía navegue a ese final convexo que me espera. Mas no puedo negar que voluntad poca queda, y que sin querer reclamas todo; tanto le gana el caos a la calma, que sin querer lo ordeno en bandeja de plata. Estoy firmando sin siquiera darme cuenta, la cesión irrevocable de los derechos sobre mi corazón, mis pensamientos y mis sábanas blancas.



Jael Díaz Ubilla © 2011. Todos los derechos reservados a quien diablos sabe me subleva.

domingo, 27 de marzo de 2011

Lo que es

Para iniciar el párrafo, diré que no puedo negar que durante la semana, mientras los días pasan, me dan unas ganas terribles de llamarte o mandarte un mensaje. Y es que me dan unas ganas terribles de saber de tu persona; unas ganas aún más terribles que las de llamarte o mandarte un mensaje, lo admito y lo requetecontra admito (¿?). Pero, hay que irse con cuidado, despacito por las piedras como decía mi nada santo abuelo, y por eso se me viene siempre a la mente esa cosa que dice la gente vieja que de puro vieja es sabia, y bueno también lo dice esa gente que de puro vanidosa quiere ser sabia... la curiosidad mató al gato. Punto seguido, mi estúpido orgullo de mujer contemporánea (y es que "moderna" es un término mal aplicado. Aunque bueno, pensándolo bien, no tan mal aplicado después de todo si tomamos en cuenta el significado contextual de la palabra "moderna". En fin, ya se me están arrancando los enanitos para el bosque, eso es harina de otro costal) me lo impide. Sí, el interés es grande, sin embargo yo no ruego... a un hombre jamás (y ahí va de nuevo ese orgullo tonto y contemporáneo). Pero bueno (siempre hay un pero, si no lo hubiese la cosa sería bastante plana, predecible y aburrida), ayer te busqué. Apliqué esas reglas conversacionales que desde pequeña me han enseñado, para iniciar precisamente una conversación, o al menos para conseguir un pequeño intercambio de palabras, pero tu respuesta no llegó. Me acosté a dormir después de unos cuantos cigarros (muy tarde por cierto y recordando cada vez que aspiraba el humo que no te gusta que fume) y me olvidé del asunto. El día pasó como pasan todos los días (¿de qué otra manera puede ser? Aún así no es algo tan obvio) hasta que en mitad de la tarde, sonó en mi teléfono ese pequeño extracto de una canción en la que una señorita cuenta hasta tres en ruso (cada vez que suena me exalto, pero como que me agrada) y eso inequívocamente es señal de algún mensaje. Cuando tomé el aparatito ese con la intención de ver de quien era la cosa, lo hice con otro nombre en mente, pero voilá! (la típica palabra en otro idioma para que la gente crea que una es culta) Para mi sorpresa, era TU nombre el que aparecía en esa pantalla. Y no pude evitar sonreír como lo hago cada vez que aparece TU nombre en esa pantalla. Y por más que trato, no puedo entender mucho el significado de esas palabras, pues quiero entender lo que son, y no lo que yo quiero que sean. Pero bueno, así nos entendemos, creo que no podía ser de otra forma... y es que es lo que es. Punto final.


P.S.: Me quedó dando vueltas en la cabeza... 

lunes, 21 de marzo de 2011

Naturaleza concedida

Mujer de sinuosos gestos con el mundo vivo,
rara belleza sureña, misteriosa hasta el hastío.
Solitaria mariposa sobre la flor entre el gentío,
colores bellos en las alas, mas volando sin tino.

Desenvuelta hablando con extraños desconocidos,
hecha de porcelana tersa, virgen estrellada y existente.
Desenfrenada y torpe bajo tus ojos dormidos,
viviendo lejos de todo, respirando mi corazón latente.

Pasión silverada de naturaleza salvaje y hosca,
primitiva sed de esa forma tuya de ser tan tosca.
Duda mi mente si acaso soy estrella en tu universo,
se disipa todo cuando me cruzo con tu ser convexo.

¡Cómo reprimir en mi pecho el deseo de Sol ardiente,
cuando tu nombre se me viene a la mente!
Y es menester imposible, voluntad perdida;
la declaro sólo tuya, pues ya no mía.

jueves, 17 de marzo de 2011

Nietzsche y Wilde tenían razón

Y aquí me hallo, huyendo una vez más de la rutina que debo seguir, pues la vida, ya no mía, continúa su cauce con ese poder innegable de la existencia misma, que ya no me cobija en la dulce permanencia terrenal pues he perdido mis raíces, y se secan al aire de esta espera por el invierno mojado y frío. Mis sonrisas son sinceras, y aun así siguen siendo sólo un débil intento por recobrar la calma. ¿Es acaso egoísmo mirar la vida, dejando atrás a nuestros muertos? Y duele pensar que el volver a reír es olvidar el dolor de su ausencia, que el continuar el camino es una burla a su partida, y no lo es, mas así se siente...así lo siento. Me obligo cada día a levantar la vista en los amaneceres, a disfrutar la tibieza del Sol naciente, pero no siento más que el frío matutino que acaricia mi piel y envuelve mi corazón baldío. Anhelo días fríos, anhelo creer que la naturaleza misma llora conmigo y perderme así en las notas tristes de la música que me evoca melancolía por aquellos que se me han ido. Se me agita el pecho cuando escucho la dolorosa armonía de las canciones que me acompañan, se me retuercen las tripas pensando brutalidades al compás de lo que mis oídos tragan. Me duele tanto, pero necesito perderme en la música que me embarga de nada más que tristeza, pues, es en la oscuridad de la tristeza declarada donde mi sanidad mental se mantiene resguardada. Ya una vez abracé la locura compleja y llana, ya una vez toqué ese fondo del que todos despavoridamente escapan, ya una vez me perdí en la miseria de mi taciturna naturaleza capricorniana...y no, ya no tengo fuerzas para sobrevivir si se me vuelve a ir la mirada. ¡Y cómo odio exponer mi debilidad al escarnio público! Sin embargo, no me queda ya más nada, sólo reconociendo esta pena infinita que ya me consume esta alma oxidada, podré salvarme de aquel amargo calvario de mi pasado. Y no es mera terquedad esta actitud mía, de querer evocar mis fantasmas para aullar mi dolor como lobo salvaje bajo una Luna de plata; no conozco otra manera de limpiar mi corazón de las astillas que lo desangran y lo atan, como losa de sepulcro frío lleno de misterio preso de hiedra amarga. Debo sollozar en silencio las notas que fluyen a mi alrededor, debo vaciar la miseria de mi interior; no quiero seguir siendo la pobre niñita olvidada que no se permite amar, no quiero seguir siendo la pobre niñita tonta que teme ser amada.

martes, 15 de marzo de 2011

Raíces desenterradas

La mente se obstina en encontrarle respuesta a eso que da vueltas una y otra vez en el flujo mental, eso que atormenta en cada cuota de misterio que aumenta con el dolor de la ausencia sumada a la pérdida...¿cómo volver a esta tierra, cuando se ha perdido lo único que nos mantenía en ella? Y se me va el tiempo en este cuestionamiento amargo como hiel, pues lo que me arraigaba a esta vida se me ha ido al universo, y desde allá brillará, iluminándome con su luz temblorosa desde esa distancia dolorosa que perturba mi tranquilidad ajena a esta realidad perpetuamente agitada. Y es que el dolor es tan grande que parece imposible demostrarlo o expresarlo con palabras ¿le hace justicia alguna a esta herida en mi pecho, compararla al ardor constante de mil Soles rojos y eternos? ¿se refleja acaso la pena vuelta a nacer con fuerza en mi pecho, si digo que es una imagen dantesca como mil perros negros y enfermos vomitando? En cada sinapsis se me ocurren palabras más dolorosas que la anterior, y me duele el alma sólo de pronunciar su cuerpo y saborear su significado. Siento la necesidad de extirpar esta amargura que me apaga y me mata, pero ¿cómo no morir en el intento de arrancarme esta pena odiosa de las propias venas azules que recorren mi piel más blanca y fría que nieve, de pura falta de perdón y olvido? Remordimientos que se clavan como cuchillos en el mismo aire que respiro, y trato de no ahogarme, pero se me perfora la vida misma al sentir que poco a poco ya no existo. Sé muy bien que mañana el Sol saldrá por el este, mas yo seguiré escondida en esta obscura cabaña que se hace cada vez más pequeña para contener a semejante bestia salvaje existente bajo mi tranquila apariencia, y todo por aguardar a esa Luna triste y soberbia que dirige la sonata que suena al ritmo de mis lágrimas y mis penas. Sonreiré en algún amanecer tímido de invierno, lo sé, pero para eso aún falta llorar lo contenido en este pecho virgen; solo, dolido y olvidado por mi tonta manera de cargar con mis penas.

jueves, 10 de marzo de 2011

De noche, las palabras suelen entremezclarse con los sentimientos

P.S.: Sí, sí, sí...tanta verborrea que vomita el alma. 
A veces miro el paisaje de mi vida como una inmensidad de agua eterna y aparentemente quieta, sin embargo ¿qué se enmaraña en ese fondo oscuro, frío y desolado? Vidas pasadas, vidas ausentes... todo converge en esta existencia pálida y emergente. Sentimientos atorados en mi pecho agitado e impaciente, se me atolondra el alma en cada intento fallido de esta mente mía, por dejar de reprimir lo que esta niña hecha mujer siente. Palabras en un universo lejano, que extrañamente llegan a los recovecos de mi vía láctea, provocan a la melancolía que acecha cada noche cuando la Luna brilla soberbia sobre la vida. Preguntas que ya de pura costumbre mi boca responde; respuestas creadas por rutina y cortesía, al fin y al cabo son sólo respuestas vacías. Noche a noche me pregunto, sin descanso alguno a lo que mi mente solicita, sin descanso alguno a lo que mi corazón necesita: "¿Cómo reconocer esta pena que me consume y aflige, sin cargar sobre mis hombros (una vez más en estos años recorridos) el estigma de ser mujer sumida en tinieblas por mero capricho y rebeldía?". Sólo los románticos entendemos a la melancolía; sólo nosotros sabemos cuán seductora puede llegar a ser la soledad, quiérase o no su compañía. Y aquí está, siempre en mis noches, inmiscuyéndose en mis anhelos guardados con ese recelo enfermo que nació con mis primeras lágrimas siendo aún niña, dulce, inocente, dócil y generosa... ¡qué tonta!. Reina de hielo enclaustrada en desconfianza atada a mi mente, y más aún, arraigada en el alma mía. Y es mi lecho frío que lo reclama, mas no puedo pronunciar ni siquiera mi triste y débil plegaria, pues han sido tantos los años de silencios insoportables, que ya he olvidado cómo sin miedo se ama.