martes, 26 de febrero de 2013

Tinta de Eros


Qué hiciste de mí, hombre misterioso,
pues mi cuerpo ya no puede dormir.
Entumeciste mis sentidos con tu presencia,
mis respiros te llevaste con tu ausencia.
Es tu voz de café, la que amarga mis sueños;
nunca fuiste mío, aun así mis piernas buscan tu abrigo.
Son mis noches, nidos de anhelos vacíos;
grito tu nombre bendito, al caer el rocío matutino.
Esperanzas vanas, de tenerte aquí conmigo;
aferrado a mi pecho, en mi espalda perdido.
Me envenena la esencia de tu ser divino;
la ilusión de tu cuerpo griego, duerme conmigo.

Eres mármol blanco, sólo por mi deseo cincelado;
el ardor de tu cercanía, consume mi aire.
Ya no logro dejar de estremecerme en tu recuerdo;
estás muy dentro, anidado en lo más profundo de este pecho agitado.