domingo, 23 de junio de 2013

Amor Platónico

Más de alguna vez, hemos escuchado el término "amor platónico". No pretendo caer en explicaciones filosóficas respecto al concepto, pues no soy quien para darlas ya que mi conocimiento es precario. Sólo me interesa el significado popular dado a la expresión, con el cual todos nos sentimos familiarizados, pues alguna vez lo hemos sentido, o al menos hemos creído sentirlo.
Un "amor platónico" es aquel que tiene como principal característica la imposibilidad de ser correspondido, por lo cual remanece como algo inalcanzable, siendo tan sólo el ideal de algo que no será.

Quizás algún artista famoso que nos robe más de algún suspiro, o por qué no, hasta un profesor puede llegar a alcanzar esa categoría en nuestras más intimas fantasías. A lo mejor no tan íntimas, cuando las compartimos con alguna amiga en una noche de copas.

Pero de pan no vive el hombre, ni tampoco de fantasías ni ideales.

En mi limitada experiencia de vida, he conocido a más de alguna señorita que se queda en esas ideas principescas. Incluso estando en pareja. Y no me mal entiendan, no quiero criticar a quien se alimenta de sueños (también son parte de mi dieta) pero creo que en lo que respecta al amor, los ideales pueden llegar a ser peligrosos. No hay nada de malo en buscar a tal o cual tipo de hombre. Pero una debe respetar a quien tiene al lado, y querer cambiar a esa persona de acuerdo a un "ideal de hombre" personal, chequeando una lista imposible de cualidades guardada en el bolsillo, en mi humilde opinión, está muy lejos del respeto por la pareja. Y del respeto propio, pues a fin de cuentas cuando una dama llega al final de una búsqueda infructuosa, comienza con cuestionamientos que no le hacen nada bien a la autoestima, como "¿seré yo?", "¿tendré algo malo?", "¿no seré lo suficientemente bonita?" y blah, blah, blah... y el amor propio comienza a menguar peligrosamente. Y si una no se quiere, es bien difícil saber lo que se quiere de otra persona. Tal parece que hay que partir por casa, sino el río siempre va a arrastrar agua turbia y nunca diáfana.