sábado, 29 de diciembre de 2012

Amalgama



Sensación ingrata de sentirse ajena a la vida propia.
Como si el alma se desvaneciera pendiendo de un hilo,
y este cuerpo ya no fuese mío.

La respiración es traicionera,
llevándose consigo no sólo mis penas,
sino que la existencia entera.

Quisiera descansar mis caderas en tus piernas,
perder la frialdad en el fuego de tu espalda,
desvariar hasta perder la consciencia.

Terminar una existencia hecha de arena,
flotar por los paraísos divinos
de tu mirada altanera.

Como fantasma me deslizo etérea,
por cada recoveco de tus manos alternas,
olvidando la terrible miseria terrena.

Cuerpo profundo de mujer serena,
son tuyas estas curvas de caña;
es nuestra la noche que susurra adversa.