viernes, 29 de junio de 2012

¿A dónde fueron?

Preguntas que juegan en vaivén constantemente,
saltando, cantando y lastimando.
¿Dónde están esos que decían cosas al alba
para proteger mi ser?
¿A dónde fueron aquellos que se regocijaban
en mis alegrías y morían en mis penas?
Yo abandoné a algunos,
y algunos me desertaron.
Ya nada parece ser de la misma manera,
pues la existencia entera no es como era.
Voces lejanas que no se acercan,
fantasmas que acompañan a mi alma en pena.
Vagando y buscando sin hallar lo jamás encontrado,
heridas sangrando que jamás han sanado.
Se calman mis demonios al amanecer de la aurora,
pero se alteran al ocaso y hacen mi noche más negra.
Con el corazón roto en la mano,
ya no distingo el manto del sepulcro de las sábanas de mi cama.
Y no hay remanso alguno que acalle mis fieras internas,
pues vivo en el patíbulo por mis pecados sin consciencia.
En el crepúsculo se pudre mi diario teatro,
cuando mis sonrisas de plástico son reemplazadas por llanto amargo.
Se languidece este cuerpo que parece a veces tan pequeño,
como pieza de cristal frágil de tanto tormento.
Si me aventuro a la vida, me siento ajena
como ceniza de muerto esparcida en la arena.
No logro hilar el día con la noche,
no logro romper mis cadenas...

Estoy hecha de sombras, agüa de lluvia y frío eterno;
soy como la Diosa desatada que llora su pena.

lunes, 25 de junio de 2012

"¿Qué diablos pasó?"

Cada cierto tiempo, una pregunta bastante odiosa comienza a rondarme la cabeza: "¿Qué diablos pasó?" Y siempre le sigue otra peor: "¿En qué momento se pudrió todo?". Quizás mi resentimiento contra esas preguntas, sea el hecho que a pesar de los años, no las puedo responder, y estoy segura que jamás seré capaz de hacerlo. No es falta de optimismo lo que me lleva a esa conclusión, es más bien sensatez. Siempre he creído, que una vida es un compendio de momentos, como pequeños retazos de tela cosidos a mano formando una sola gran pieza. A veces la costura no es muy firme, y algunos retazos se descosen perdiéndose en algún rincón del cual nunca saldrán. Y así, es difícil tratar de rememorar todo lo vivido, todo lo experimentado; todo lo reído y todo lo llorado. No son ganas de torturarse a uno mismo, sino que son ganas de analizar los errores cometidos, esas malas decisiones o simplemente neglicencias que nos llevaron a pésimos resultados, para aprender de ellos, y no volver a tropezar con la misma piedra. A veces me parecen conclusiones tan repetidas, y tan vacías de pronto. Pero luego recuerdo lo que mi tata solía decirme: "Lo único que no tiene solución en esta vida, es la muerte". Cuando logro hallarle sentido a esas palabras, siento que me ahogo en  un vaso de agüa, pero luego creo que los problemas no hay que minimizarlos para sentirse mejor, sino que hay que enfrentarlos. A muchos de ellos no supe darles la cara en su debido momento, y es por ello que hoy lamento ausencias de personas muy queridas. Pero ¿qué se puede hacer cuando se mostró lo peor de uno mismo, eso que uno quisiera ahogar muy en el fondo? ¿Y no una, sino que muchas veces? La pérdida, ha sido una constante para mí, pues no sólo los que se nos mueren nos dejan, los vivos también. Incluso uno mismo se abandona sin darse cuenta, y yo, me abandoné hace muchos años ya. Quizás algún día me encuentre, me cuide y sea capaz de mirarme como lo hacía antes, de eso no tengo certeza, pero no puedo negarme ese "quizás", porque quizás algún día vuelva a sentirme orgullosa de lo que soy. Pero eso será cuando encuentre a la que era, tal vez no tan distinta de la que soy ahora como yo creo, pero sin duda que mucho mejor.