lunes, 27 de agosto de 2012

Rêve

Una reminiscencia que se inmiscuye en la nada,
arde la vida como una terrible bofetada.
Llega el sueño, ya no sé de qué sirve,
no puedo siquiera llevarlo a la cama.
Debidamente olvidada entre recuerdos,
nacientes de la luna y el suelo.
Queridamente recordada,
desde pensamientos añejos.
Silos de barro destruidos con el tiempo,
molinos que ya no agitan sus aspas al viento.
Espero lo que no sucede con esmero,
olvido que sólo soy esta en esta vida;
no se que me depara el próximo destino.
Ataviada de amalgamas de infancia,
cargada con un corazón de vida y otro de muerte.
Respirando lo que no es aire,
soñando lo que no es sueño.
Pecho de plata en donde mis palabras se resienten,
vivo de lo que imagina mi noche,
ya no sé lo que las horas del día le profieren a mi mente.
Intento de desparpajo silente,
agitado por astros surgentes y sidéreos,
durmiendo por cansancio al crepúsculo siguiente.


Tierra en el aire, intentando al cielo elevarse,
pluma desprendida, liviana y albina.
Agua olvidada de nube arrojada,
cría temerosa recién parida.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Like Juliana

Es extraño cómo suceden las cosas. En ocasiones, uno suele sentir por la angustia o la desesperación de aquellos momentos que las cosas siempre salen mal y que no tienen vuelta. Y quizás lo último sea cierto, pero no por ello habrá un conflicto de realidades opuestas ni mucho menos por ello colapsará el universo. Drama. Eso, más allá de ser un género, es una necesidad humana, para romper lo plano que a veces puede ser la vida y lo asfixiante que eso puede ser. Lo que sucede, es que no todos están dispuestos a reconocer que la exageración es inherente a nosotros. Algunos dirán que es por buscar atención, pero ¿hay algo de malo en querer algo de atención? La atención nos puede llevar a muchas otras cosas. Lo único malo de esa búsqueda es cuando se transforma en obsesión. Pero en cierta manera es entendible. Y es por ello que no entiendo cuando algunos se toman el derecho por asalto de juzgar a alguien; a los hedonistas, a los libertinos, a los blasfemos, a los homosexuales o que sé yo, a lo que se les ocurra para alimentar el ego y olvidar la miseria propia. Como dicen por ahí, se ve la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio. Sí, a veces me da rabia; quizás poco, quizás nada, quizás todo. Sin embargo, después de tornados, huracanes y tormentas sucede lo que no sé explicar. Períodos blancos, lienzos sin óleo encima, como esperando el pincel, como esperando lo que irá a suceder. Es como si no sintiese nada. Como dice un personaje en una película: "Al final de la noche me sentía lejana, neutral. Sin fuegos artificiales, sin furia residual, sin revoloteos, nada." Y es extraño, porque no es el momento luego de la resolución, es más bien como si hubiese escondido el polvo bajo la alfombra y me sentase a decidir qué hacer con él. Con penas, pero sin llantos. Con alegría, pero sin risas. Con rencor, pero sin venganza. Con amor, pero sin ternura. Con todo, pero sin nada.