lunes, 24 de noviembre de 2014

Mestiza

Estuve viendo la ceremonia de elección de los grupos de la Copa América 2015. Sale la Anita Tijoux y canta "Vengo"; una canción que habla del pelo negro, los pómulos marcados y la sangre indígena. Todos rasgos que en vez de enorgullecernos nos averguenzan. Inevitablemente se me vino a la cabeza el tristemente célebre incidente "cara de nana". Y eso me llevó a pensar en ese orgullo caucásico ridículo e imaginario que siente gran parte de esta sociedad. Eso se ve reflejado en cosas tan vanas como lo que consideramos bello. Personalmente, encuentro que Anita Tijoux es una mujer muy bonita. Pero mucha gente no, y todo porque no es rubia, de piel y ojos claros. Como si la raza tuviese que ver con lo bonito, lo armonioso, lo atractivo. Yo soy una mujer de piel clara, cabello color miel y nariz pequeña. Pero mis ojos son oscuros y mis caderas anchas. Mi carácter es difícil y aguerrido. Mi espíritu es incontrolable e inquebrantable. Mi sangre es roja y profunda, amalgama de las raíces de esta tierra, mi tierra, con lo que vino de afuera. Me parió una mujer de pómulos marcados y mi padre es un hombre de rasgos duros. Me crié al lado de mi abuelo, hombre rústico de piel oscura y de mi abuela, mujer también de pómulos marcados y caderas anchas. Todos de carácter fuerte y aguerrido; carácter que con orgullo heredé y que me hacen ser quien soy. No soy extranjera, no soy europea, no soy caucásica; soy mujer mestiza y lo digo con la frente en alto.