lunes, 11 de abril de 2011

Un año y diez meses... un mes... ¡qué importa cuánto, tiempo es tiempo!

Día extraño el de hoy, partiendo por aquel enojo un tanto infantil por su parte, pero bueno, ella es así, y si difícilmente no cambio yo a mis 23 años, difícilmente cambiará ella a los suyos. Tampoco puedo dejar fuera el frío ese que de a poco vuelve a esta ciudad, y esas nubes grises que tienden a robarse mis sonrisas, pero hoy no, al menos no las más sinceras. Pero, ¿en qué estaba yo? ¡Ah, sí! En eso de la extrañeza del día de hoy. Y es que bueno, esta fecha se metió a la fuerza en nuestra memoria colectiva de familia grande, disfuncional y raramente unida; igualito que las agujas me metieron tinta en la espalda. ¿Podía acaso, estar ausente de mi mente esa frase dicha y redicha por miles de bocas a través de los años? No, claramente no...y es que ese es el alimento de los proverbios y los clichés. El primero de los meses que vendrán, y otra vez no fui, y es que debo dejar la cobardía a un lado y reconocer que no puedo... no todavía. Eso sería como tropezarme y caer de lleno en la losa fría, y en esto señores no hay metáfora alguna, sino literalidad pura. Sé que puedo formar un enredo escabroso de letras con tanta cosa rara, tanta coma, tantos puntos suspensivos, y bla, bla, bla, discurso inútil, pero... no hay palabras que sirvan para aclarar, o siquiera intentar explicar lo que hablo; lo siento, y precisamente por eso, porque lo siento. El tiempo se escabulle silencioso en recovecos que tengo bajo llave, y desordena todas esas ideas que tanto me ha costado ordenar. Y seguirá avanzando, eso nadie lo puede evitar, y serán semanas que se transformarán en meses, y meses que serán años, y los nombres de él y de ella permanecerán fríamente tallados en esa placa enterrada en aquel terreno llano. Tal vez una que otra flor los acompañe de vez en cuando, y de cuando en vez la hipocresía se les olvide por un rato y se acuerden de recordarlos. Bueno, si no es por cariño, que sea entonces por gratitud o respeto, o que sé yo la razón que quieran encontrar ellos como excusa a esa falta de memoria que algún día les pesará en el recuerdo. No puedo esconder el rencor (o quizás no quiero), perdón, pero no me pueden pedir tanto en tan poco tiempo. Y otra vez, como burra al trigo con esto del tiempo. ¡Ay! Y es que ese es a veces tan esquivo, lleno de mezquindad en su egoísmo de Dios de Olimpo, de Dios eterno. Pero volviendo a esta terrenalidad rutinaria y absurda ¿no mencionó alguna vez un físico de pelo alocado la relatividad del tiempo? ¡Y qué diantres es eso! Nunca me he llevado bien con los números o las ciencias; les entiendo mucho mejor a las letras, les creo más a ellas, pues son mi fe y son mi credo. Por eso, después de leer lo que alguna vez Shakespeare dijo, o quizás lo que alguien quiso creer que Shakespeare alguna vez dijo, entendí mucho mejor lo que ese señor de pelo extraño a través de sus fórmulas quiso decir: "El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para quienes aman, el tiempo es eternidad". Y eso es el tiempo, es fe pura arraigada incluso en los más escépticos, que cambia dependiendo de la persona que se aferre a ella. Cada quien cree lo que le conviene creer, esa es una verdad tan obvia pero tan poco conocida, o quizás conocida, pero poco admitida. Y es que acaso las cosas ¿no dependen del cristal con el que se les mire? Conveniencia, fe y tiempo... ¡todo tiene tanto que ver! Cuando el corazón tiene penas tan grandes, y el día a día duele como nunca dolió antes, el tiempo es sólo pecho estreñido, cabeza cabizbaja y ojos conteniendo como represas el agua salada tras ellos. Aún así, en ese tiempo tan artero y malicioso, algo de esperanza debe respirar. Uno que otro matiz se debe esconder en esa fe tan inherente a su naturaleza relativa, que me haga creer de que más temprano que tarde miel cristalina y dulce, enjugará esa amargura extendida por los años, acumulada aquí en el pecho tontamente durante todo este tiempo... tanta pena en vano, algún día dejará de serlo, y serán sólo recuerdos malos. Y eso sólo... sólo lo dirá el tiempo.

1 comentario:

  1. Excelente. Sufrí un lapsus en que la realidad no era más que letras bien esparcidas en el camino. Así cada cual elije la relatividad del tiempo que desea vivir, cada cual elije el modo en que esparce dichas letras por su senda. Gracias!

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