viernes, 19 de agosto de 2011

"Cuando yo no esté, no va a haber nadie que te haga cariño... "

Las palabras son sólo palabras, las palabras se las lleva el viento, las palabras son sólo aire en la nada, las palabras... las palabras son sentencias, son armas de doble filo. Y no las puedo quitar de mi cabeza, me retumban como las gotas de lluvia que mueren en la techumbre con sabor a olvido. Son como esquilas que tañen desde lejos, desde campanarios oscuros y ya viejos, rodeados de sepulcros fríos y hiedra engarzada en el mármol del suelo. Palabras que escarban en mi pena, en mi dolor inexpugnable sacando esa amargura infinita que tan dentro mío late como tormento eterno. Y es que no sé querer a nadie, pues mi corazón ya es de piedra, y mi alma delgada se rasga como tela roída y vieja. Todas las caricias dadas y recibidas, son nada más recuerdos que hoy sólo me huelen a naftalina. Cómo desterrar esta penumbra que se adentra en mis venas, oscureciéndome por dentro, llevándose mi sonrisa de luna llena. Esta soledad tan cruenta es dictamen de mi estúpida consciencia, y por favor perdonadme, pero no puedo regalarle a nadie esa peligrosa cercanía. Mi corazón de cristal ya está roto, y no tiene enmendadura alguna, ni caricias ni besos pueden liberarlo de esta dantesca locura. Es sólo dolor lo que me exprime la vida, no tengo ya fuerzas ni para quererme a mi misma. He vivido tantos años en mi propia dictadura, que por pura supervivencia me transformé en una perra sin corazón, me convertí en una arpía. Y por no saber querer a nadie es que me alimento cada mañana no de rocío mañanero, sino que de arrepentimientos salinos y arteros. Mi mente no deja de preguntarse cada día y cada noche dónde quedó la niña dulce de mi pasado, esa niña que sabía decir "te quiero". Cómo decirle al dolor "olvidadme traicionero", borrar heridas, y dejar de llorar sobre tanta leche derramada sobre mis faldas de muchachita de enero. De mi piel no emana afecto ni cariño, sólo rechazo y lejanía de tanto encierro. Si tan sólo supiesen cuánto me duele tanto la misma vida de tanto desamor propio y ajeno.

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