domingo, 27 de marzo de 2011

Lo que es

Para iniciar el párrafo, diré que no puedo negar que durante la semana, mientras los días pasan, me dan unas ganas terribles de llamarte o mandarte un mensaje. Y es que me dan unas ganas terribles de saber de tu persona; unas ganas aún más terribles que las de llamarte o mandarte un mensaje, lo admito y lo requetecontra admito (¿?). Pero, hay que irse con cuidado, despacito por las piedras como decía mi nada santo abuelo, y por eso se me viene siempre a la mente esa cosa que dice la gente vieja que de puro vieja es sabia, y bueno también lo dice esa gente que de puro vanidosa quiere ser sabia... la curiosidad mató al gato. Punto seguido, mi estúpido orgullo de mujer contemporánea (y es que "moderna" es un término mal aplicado. Aunque bueno, pensándolo bien, no tan mal aplicado después de todo si tomamos en cuenta el significado contextual de la palabra "moderna". En fin, ya se me están arrancando los enanitos para el bosque, eso es harina de otro costal) me lo impide. Sí, el interés es grande, sin embargo yo no ruego... a un hombre jamás (y ahí va de nuevo ese orgullo tonto y contemporáneo). Pero bueno (siempre hay un pero, si no lo hubiese la cosa sería bastante plana, predecible y aburrida), ayer te busqué. Apliqué esas reglas conversacionales que desde pequeña me han enseñado, para iniciar precisamente una conversación, o al menos para conseguir un pequeño intercambio de palabras, pero tu respuesta no llegó. Me acosté a dormir después de unos cuantos cigarros (muy tarde por cierto y recordando cada vez que aspiraba el humo que no te gusta que fume) y me olvidé del asunto. El día pasó como pasan todos los días (¿de qué otra manera puede ser? Aún así no es algo tan obvio) hasta que en mitad de la tarde, sonó en mi teléfono ese pequeño extracto de una canción en la que una señorita cuenta hasta tres en ruso (cada vez que suena me exalto, pero como que me agrada) y eso inequívocamente es señal de algún mensaje. Cuando tomé el aparatito ese con la intención de ver de quien era la cosa, lo hice con otro nombre en mente, pero voilá! (la típica palabra en otro idioma para que la gente crea que una es culta) Para mi sorpresa, era TU nombre el que aparecía en esa pantalla. Y no pude evitar sonreír como lo hago cada vez que aparece TU nombre en esa pantalla. Y por más que trato, no puedo entender mucho el significado de esas palabras, pues quiero entender lo que son, y no lo que yo quiero que sean. Pero bueno, así nos entendemos, creo que no podía ser de otra forma... y es que es lo que es. Punto final.


P.S.: Me quedó dando vueltas en la cabeza... 

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