jueves, 17 de marzo de 2011

Nietzsche y Wilde tenían razón

Y aquí me hallo, huyendo una vez más de la rutina que debo seguir, pues la vida, ya no mía, continúa su cauce con ese poder innegable de la existencia misma, que ya no me cobija en la dulce permanencia terrenal pues he perdido mis raíces, y se secan al aire de esta espera por el invierno mojado y frío. Mis sonrisas son sinceras, y aun así siguen siendo sólo un débil intento por recobrar la calma. ¿Es acaso egoísmo mirar la vida, dejando atrás a nuestros muertos? Y duele pensar que el volver a reír es olvidar el dolor de su ausencia, que el continuar el camino es una burla a su partida, y no lo es, mas así se siente...así lo siento. Me obligo cada día a levantar la vista en los amaneceres, a disfrutar la tibieza del Sol naciente, pero no siento más que el frío matutino que acaricia mi piel y envuelve mi corazón baldío. Anhelo días fríos, anhelo creer que la naturaleza misma llora conmigo y perderme así en las notas tristes de la música que me evoca melancolía por aquellos que se me han ido. Se me agita el pecho cuando escucho la dolorosa armonía de las canciones que me acompañan, se me retuercen las tripas pensando brutalidades al compás de lo que mis oídos tragan. Me duele tanto, pero necesito perderme en la música que me embarga de nada más que tristeza, pues, es en la oscuridad de la tristeza declarada donde mi sanidad mental se mantiene resguardada. Ya una vez abracé la locura compleja y llana, ya una vez toqué ese fondo del que todos despavoridamente escapan, ya una vez me perdí en la miseria de mi taciturna naturaleza capricorniana...y no, ya no tengo fuerzas para sobrevivir si se me vuelve a ir la mirada. ¡Y cómo odio exponer mi debilidad al escarnio público! Sin embargo, no me queda ya más nada, sólo reconociendo esta pena infinita que ya me consume esta alma oxidada, podré salvarme de aquel amargo calvario de mi pasado. Y no es mera terquedad esta actitud mía, de querer evocar mis fantasmas para aullar mi dolor como lobo salvaje bajo una Luna de plata; no conozco otra manera de limpiar mi corazón de las astillas que lo desangran y lo atan, como losa de sepulcro frío lleno de misterio preso de hiedra amarga. Debo sollozar en silencio las notas que fluyen a mi alrededor, debo vaciar la miseria de mi interior; no quiero seguir siendo la pobre niñita olvidada que no se permite amar, no quiero seguir siendo la pobre niñita tonta que teme ser amada.

2 comentarios:

  1. No creo que sea necesario comentar nada porque es lo mismo que te he venido diciendo en mis últimos comments...

    Tema aparte y superfluo talvez... que bueno que cambiaste la letra porque me costaba un poco leerla.

    Besos!

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  2. ..."no quiero seguir siendo la pobre niñita olvidada que no se permite amar, no quiero seguir siendo la pobre niñita tonta que teme ser amada."

    Solo si tua asì lo quieres, podrás hacerlo. He aprendido de la vida que nada hay que esperar. Todo sucede si uno finalmente es quién quiere que ciertas cosas sucedan.

    Te quiero mujer... a pesar de que me gusta mucho la escritura y de que pienso que es una buena vía de escape, me preocupa verte escribir tanto de esto. Tal vez estas comenzando a refugiarte mucho en escritos y tal vez sea mejor que salgas a fuera a ver que pasa.

    =)

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Leeré vuestros comentarios con agrado...